viernes, 28 de febrero de 2014

Lorca . Muerte de un poeta


LORCA

Análisis del romance de la luna, luna de Federico García Lorca
 
Romance de la luna, luna (Romancero gitano)
1 La luna vino a la fragua
  con su polisón de nardos.
  El niño la mira, mira.
  El niño la está mirando.
5 En el aire conmovido
  mueve la luna sus brazos
  y enseña, lúbrica y pura,
  sus senos de duro estaño.
  – Huye luna, luna, luna.
10 Si vinieran los gitanos,
  harían con tu corazón
  collares y anillos blancos.
  – Niño, déjame que baile.
  Cuando vengan los gitanos,
15 te encontrarán sobre el yunque
  con los ojillos cerrados.
  – Huye luna, luna, luna,
  que ya siento sus caballos.
  – Niño déjame, no pises
20 mi blancor almidonado.
  El jinete se acercaba
  tocando el tambor del llano.
  Dentro de la fragua el niño
  tiene los ojos cerrados.
25 Por el olivar venían,
  bronce y sueño, los gitanos.
  Las cabezas levantadas
  y los ojos entornados.
  Cómo canta la zumaya,
30 ¡ay, cómo canta en el árbol!
  Por el cielo va la luna
  con un niño de la mano.
  Dentro de la fragua lloran,
  dando gritos, los gitanos.
35 El aire la vela, vela.
 El aire la está velando.


Este texto correspondiente al Romancero gitano de García Lorca es un claro exponente de la personalísima simbiosis entre tradición y vanguardia que caracteriza al poeta andaluz. Así, valiéndose de los elementos de un molde claramente arraigado en nuestra lírica –el romance –, los reelabora y recrea logrando encarnar de manera sugerente algunos de los temas, obsesiones y símbolos más representativos de su obra.
En síntesis, el poema nos cuenta una sencilla y conmovedora historia: la muerte de un niño gitano en una noche de luna llena. Ahora bien, en García Lorca es casi una constante la fusión entre realidad y mito, de modo que se puede decir que la realidad se transustancia en el mito de una forma original y atractiva. De esta manera, la anécdota se diluye en un confuso y abigarrado mundo de sensaciones que enlazan con lo primigenio y eterno: el ancestral temor ante la muerte. Lo que queda tras la lectura es, fundamentalmente, la impresión de lo fatal.
Al leer los ocho primeros versos nos encontramos con una escena llena de vida: es de noche, estamos en una fragua y un niño contempla embelesado la llegada de la luna:
La luna vino a la fragua
con su polisón de nardos.
El niño la mira, mira.
[…]
En el aire conmovido
mueve la luna sus brazos
y enseña, lúbrica y pura
sus senos de duro estaño.
Como podemos advertir, el poema comienza con una prosopopeya mediante la cual la luna, dotada de atributos femeninos y ataviada anacrónicamente con un polisón, se presenta en la fragua, es decir, en el ámbito de los gitanos. El polisón de nardos constituye una original metáfora preposicional «a de b»(1), puesto que los nardos metaforizan la blanca y brillante luz de la luna.
Reparemos en que el poema comienza con la utilización del tiempo verbal característico de la narración: el indefinido vino que, además de situarnos en un clásico espacio narrativo, supone la adopción de un punto de vista interno respecto del espacio de la acción, ya que se dice vino en lugar de fue; es decir, el narrador se adscribe implícitamente al mundo evocado en calidad de testigo ocular.
Los cuatro primeros versos se dividen en dos mitades equivalentes, la segunda de las cuales presenta al otro personaje de la trama: el niño. Destaca el contraste entre la normalidad gramatical del primer artículo –la luna– y la transgresión de la norma al presentar determinado a un ser que todavía no lo está –el niño–.
Aparte de esto, resalta también el juego de las alternancias verbales que García Lorca toma prestado del Romancero viejo en que lo narrativo (tiempo pasado) y lo lírico (tiempo presente) se funden. Así, frente al pasado narrativo vino nos encontramos con el presente la mira, mira que actualiza la acción y que nos lleva de la narración de un hecho que ya pasó a la contemplación presente de la escena.
Tampoco debe pasar inadvertido el típico fenómeno lírico de la repetición de una palabra –la mira, mira– en abierta consonancia paradigmática con el título –Romance de la luna luna–. Dicha repetición, tan característica de las canciones de corro, no sólo impregna la escena de un halo ingenuo e infantil, sino que potencia asimismo el aspecto durativo de la perífrasis siguiente: la está mirando.
En cuanto a la caracterización de los personajes, se opone la actitud activa de la luna frente a la pasiva y contemplativa del niño, lo cual anticipa lo que va a ser el desarrollo y desenlace del romance.
Sabemos que para Lorca la luna es símbolo de muerte, pero al principio de la composición no nos muestra todavía su guadaña. Aparentemente esta bella luna es diferente de esa luna negra de los bandoleros de la Canción de jinete o de aquella luna menguante que pone cabelleras amarillas del Muerto de Amor. Esta luna sensual y seductora realiza cual «bailaora» gitana una suerte de danza provocativa en la que agita los brazos y muestra el busto igualmente metaforizado por la fórmula «a de b»: senos de duro estaño.
En la doble adjetivación lúbrica y pura encontramos un fenómeno antitético, ya que fonéticamente los dos vocablos constituyen una rima interna en asonancia que a su vez
nos remite al título –luna–, creándose así una afinidad en el plano de los significantes muy evidente, mientras que los significados establecen en principio una clara oposición entre pureza y lubricidad, paradoja que se resuelve si reconocemos que la lubricidad es pura por ser instintiva.
También salta a la vista la personificación del aire que parece hacerse eco de la conmoción que experimenta el niño y que a su vez constituye un presentimiento del drama que se avecina:
A partir del verso noveno asistimos al tenso diálogo entre el niño y la luna:
– Huye luna, luna, luna.
Si vinieran los gitanos
harían con tu corazón
collares y anillos blancos.
– Niño, déjame que baile.
Cuando vengan los gitanos
te encontrarán sobre el yunque
con los ojillos cerrados.
– Huye luna, luna, luna,
que ya siento sus caballos.
– Niño déjame, no pises
mi blancor almidonado.
Como vemos, se pasa al estilo directo sin verbo enunciativo que sirva de puente, salpicado de vocativos y verbos en imperativo. Advirtamos cómo dicho diálogo se halla repartido equilibradamente entre los dos personajes, tanto por el número equivalente de versos dedicados a uno y otro como por el uso de la anáfora.
El duelo dramático entre ambos personajes queda reforzado por las respectivas advertencias de muerte que, curiosamente en los dos casos, aluden a esa tercera entidad que son los gitanos:
Niño. Si vinieran los gitanos... (verso 10)
Luna. Cuando vengan los gitanos... (verso 14)
Una sutil diferencia del modo verbal nos indica de antemano que va a ser la luna la vencedora: frente al carácter hipotético de la amenaza del niño –si vinieran los gitanos
–, la luna-mujer replica usando una fórmula que no deja lugar a dudas: cuando vengan los gitanos, te encontrarán sobre el yunque...
Observemos cómo en ambos casos se recurre a un eufemismo al hablar de la muerte:
Niño. harían con tu corazón (verso 11) collares y anillos blancos.
Luna. te encontrarán sobre el yunque (verso 15) con los ojillos cerrados.
Como vemos, los collares y anillos a los que alude el niño remiten a esa circularidad que en García Lorca siempre conduce a la muerte. Por el contrario, el diminutivo ojillos en boca de la luna encierra toda la indefensión y desvalidez del niño que va a morir.
El niño insta a la luna para que huya ante la inminente llegada de los gitanos adultos, puesto que ya se oye el galopar de sus caballos. Pensemos que el caballo en Lorca tiene siempre un valor simbólico masculino y sexual que no debe pasar inadvertido en esta especie de drama
edípico que está desarrollándose.
La réplica de la luna nos muestra a un ser aristocrático, distante, seguro de sí. La expresión blancor almidonado es de gran densidad retórica, ya que naturalmente lo almidonado no es el blancor sino el vestido de la luna, de modo que tenemos un caso de sinestesia en que el elemento visual y el táctil se funden.
A partir del verso 21 comienza a vislumbrarse el desenlace de este duelo en plata y negro:
El jinete se acercaba
tocando el tambor del llano.
Dentro de la fragua el niño
tiene los ojos cerrados.
Por el olivar venían,
bronce y sueño, los gitanos.
Las cabezas levantadas
y los ojos entornados.
Cómo canta la zumaya,
¡ay cómo canta en el árbol!
Por el cielo va la luna
con un niño de la mano.
Dentro de la fragua lloran,
dando gritos los gitanos.
El aire la vela, vela.
El aire la está velando.
Como vemos, el diálogo se ha truncado dramáticamente y pasamos de nuevo al tono narrativo del comienzo.
La primera de estas estrofas obedece a un tipo de composición muy cinematográfica, conforme al procedimiento de montaje o yuxtaposición de planos o secuencias que suceden en tiempos o lugares distintos. Así, salimos del recinto al exterior para presentar también al
jinete de forma individualizada, lo cual podría interpretarse como la concreción individual de ese impulso colectivo masculino y adulto cuya inminencia ha sido anunciada por el niño. De nuevo tenemos una metáfora preposicional «b de a» muy gráfica: tocando el tambor del
llano(2). Otra vez, recurriendo a la técnica del montaje cinematográfico, aparece el plano del interior. El narrador para contar que el niño yace muerto, se limita a repetir las palabras de la luna, sólo que utilizando el término ojos en lugar de ojillos, es decir, neutralizando el valor estilístico del diminutivo.
Mediante la bellísima metáfora apositiva bronce y sueño referida a los gitanos, estos dos adjetivos tan dispares se unen y escapan a su valor meramente denotativo para expresar un aspecto material (el bronce metaforiza el color de su piel) y otro inmaterial (el sueño alude a su condición mágica). Igualmente, la dureza del metal frente a la inconsistencia de los sueños podría interpretarse como el contraste entre esa poderosa fachada y el radical desamparo que se oculta tras ella. Esta metáfora parece reforzarse en los dos versos siguientes con la doble cláusula absoluta que cierra la estrofa: las cabezas levantadas de esa raza orgullosa y altiva contrastan con los ojos entornados y enigmáticos que no quieren ver la realidad. Así:
bronce / sueño (verso 26)
cabezas levantadas / ojos entornados (vv. 27-28)
De nuevo un corte seco nos lleva a un aserto de naturaleza puramente lírica. La zumaya es el ave nocturna de canto intermitente al que aquí parece otorgarse un valor ominoso, de mal agüero, y en ese ¡ay! parece descargarse toda la tensión del discurso.
Los versos en que vemos al niño por el cielo constituyen una dulce estampa maternofilial que contrasta vivamente con la idea de la muerte del niño. La luna-mujermuerte- madre se ha llevado al niño a otro espacio, al espacio de la indefinición. Por eso no dice con el niño, sino con un niño. Siguiendo un proceso gramaticalmente contradictorio se ha pasado de la definición a la indefinición.
Los cuatro últimos versos constituyen el epílogo de la historia. En ellos se omite mediante una elipsis narrativa la llegada de los gitanos y se describe directamente la desolación que los aflige por la muerte del niño y que se expresa con violencia por medio del llanto.
El poema culmina con dos versos enigmáticos e inquietantes extraídos de una copla popular(3) en que el aire, de nuevo personificado, vela la fragua. Reparemos en cómo en estos dos versos, en clara consonancia con la repetición del principio –el niño la mira, mira / el aire la vela, vela–, se cifra toda la ambigüedad del texto, ya que si al principio el aire se hacía eco de las connotaciones sensuales del ambiente, ahora es él el encargado de velar
al niño muerto.
En definitiva, hemos podido comprobar cómo, al igual que en los mejores romances viejos, tenemos en éste de García Lorca una hermosa historia llena de sugerencias ante las que cualquier tipo de razonamiento lógico queda corto. No interesa tanto la anécdota como lo otro: esa sensación agridulce que nos deja el poema, suspendido en un presente irreal y eterno. Una vez más, Lorca nos recrea el eterno conflicto de la noche del hombre.
Guía para el comentario
Tema
Visión poética de la muerte de un niño gitano. A partir de aquí se profundizará un poco más en la infancia y la muerte, variantes del tema lorquiano de la frustración.
Estructura
El poema se plantea como un cuento y en este sentido, se puede apreciar en él una cierta progresión: presentación de los personajes (vv. 1-8), planteamiento del conflicto en el diálogo niño-luna (vv. 9-20), clímax (vv. 21-28) y desenlace trágico (vv. 29-36). predomina, sin embargo, el carácter expresivo y poético sobre lo narrativo; todo el texto puede leerse como una gradación desde el silencio pasmado del niño al principio hasta los gritos y llantos finales de los gitanos.
La forma métrica utilizada es un romance (36 versos octosílabos con rima asonante en los pares). Conviene comentar el carácter épico-lírico de la forma romance: contenido narrativo (anécdota) y contenido lírico (sentimiento).
Claves del texto
• En primer lugar, insistiremos en los rasgos propios del Romancero que aparecen en el poema: la alternancia verbal entre el pretérito y el presente, la actualización continua de la acción, el uso del diálogo en estilo directo, las repeticiones expresivas, el diminutivo afectivo y la intervención del «juglar» dentro del relato.
• En el texto destaca la metáfora lorquiana y su riqueza poética. Ésta puede servir para familiarizar al alumno con los distintos tipos de metáforas y tropos en general, mediante un análisis pormenorizado de la estructura de las distintas imágenes del texto.
• Aparecen en este romance algunos de los temas y motivos característicos de la obra lorquiana –la infancia, la muerte, la luna, el caballo y el aire–; especialmente destaca el empleo del símbolo (conviene recordar a los alumnos la diferencia entre éste y la
metáfora).
• Es llamativa la teatralidad del romance lorquiano:sus protagonistas parecen escenificar ante nosotros.
Se puede hacer ver al alumno el peculiar triángulo edípico del texto: la luna-mujer-madre, el gitanovarón- padre y el niño. Naturalmente, es fundamental la personificación de la luna (empleo de la prosopopeya), clara muestra de la animación que experimenta en Lorca la naturaleza.
• En relación con la doble condición del romance, podemos analizar los dos tipos de  elementos, narrativos y líricos, así como la existencia de dos puntos de vista narrativos diferentes, que se corresponden con las formas verbales en pasado y en presente.
Relación del texto con su época y autor
El poema ha de enfocarse como ejemplo del fértil maridaje entre tradición y vanguardia que distingue, no sólo a García Lorca, sino a otros poetas del 27. Así, es fundamental que los alumnos comprendan cómo se ha operado en este caso desde una forma y un modelo tradicional –el Romancero viejo– para trascenderlo y expresar unos sentimientos inherentes al ser humano con un lenguaje innovador. Lorca evita el folklorismo fácil y recurre al mito y a la tragedia, uniendo en su romance la esencia de los tres grandes géneros literarios: el relato, el teatro y la poesía.
Otras actividades
1. El hecho de utilizar una copla popular en la composición del poema se puede poner en relación con determinados casos de música en donde se integran elementos populares y folklóricos en un contexto culto: audición de alguna canción de Falla o del propio García Lorca.
2. Los alumnos pueden proponer ejemplos concretos de escenificación del romance, dado su carácter dramático.
3. Este romance se presta al cotejo con otros romances viejos. Proponemos alguno que trate también el tema de la muerte, como el Romance del enamorado y la muerte o el Romance de Amor más poderoso que la muerte.
 (1) Metáfora que podríamos calificar de «doble», puesto que el elemento que actúa como real (polisón) es a su vez una metáfora.
(2) En realidad, se trata de dos metáforas encadenadas: a partir de
la primera metáfora –tambor– se utiliza el término tocando para
expresar el galopar de los caballos.
(3) La copla dice: Tengo una choza en el campo
tengo una choza en el campo.
El aire la vela, vela
el aire la está velando.

lunes, 24 de febrero de 2014

CERO


Y esa Nada, ha causado muchos llantos,
Y Nada fue instrumento de la Muerte,
Y Nada vino a ser muerte de tantos.

FRANCISCO DE QUEVEDO

Ya maduró un nuevo cero
que tendrá su devoción.

ANTONIO MACHADO

I

Invitación al llanto. Esto es un llanto,
ojos, sin fin, llorando,
escombrera adelante, por las ruinas
de innumerables días.
Ruinas que esparce un cero —autor de nadas,
obra del hombre—, un cero, cuando estalla.

Cayó ciega. La soltó,
la soltaron, a seis mil
metros de altura, a las cuatro.
¿Hay ojos que le distingan
a la Tierra sus primores
desde tan alto?
¿Mundo feliz? ¿Tramas, vidas,
que se tejen, se destejen,
mariposas, hombres, tigres,
amándose y desamándose?
No. Geometría. Abstractos
colores sin habitantes,
embuste liso de atlas.
Cientos de dedos del viento
una tras otra pasaban
las hojas
—márgenes de nubes blancas—
de las tierras de la Tierra,
vuelta cuaderno de mapas.
Y a un mapa distante, ¿quién
le tiene lástima? Lástima
de una pompa de jabón
irisada, que se quiebra;
o en la arena de la playa
un crujido, un caracol
roto
sin querer, con la pisada.
Pero esa altura tan alta
que ya no la quieren pájaros,
le ciega al querer su causa
con mil aires transparentes.
Invisibles se le vuelven
al mundo delgadas gracias:
La azucena y sus estambres,
colibríes y sus alas,
las venas que van y vienen,
en tierno azul dibujadas,
por un pecho de doncella.
¿Quién va a quererlas
si no se las ve de cerca?

Él hizo su obligación:
lo que desde veinte esferas
instrumentos ordenaban,
exactamente: soltarla
al momento justo.

Nada.
Al principio
no vio casi nada. Una
mancha, creciendo despacio,
blanca, más blanca, ya cándida.
¿Arrebañados corderos?
¿Vedijas, copos de lana?
Eso sería...
¡Qué peso se le quitaba!
Eso sería: una imagen
que regresa.
Veinte años, atrás, un niño.

Él era un niño —allá atrás—
que en estíos campesinos
con los corderos jugaba
por el pastizal. Carreras,
topadas, risas, caídas
de bruces sobre la grama,
tan reciente de rocío
que la alegría del mundo
al verse otra vez tan claro,
le refrescaba la cara.
Sí; esas blancuras de ahora,
allá abajo
en vellones dilatadas,
no pueden ser nada malo:
rebaños y más rebaños
serenísimos que pastan
en ancho mapa de tréboles.
Nada malo. Ecos redondos
de aquella inocencia doble
veinte años atrás: infancia
triscando con el cordero
y retazos celestiales,
del sol niño con las nubes
que empuja, pastora, el alba.

Mientras,
detrás de tanta blancura
en la Tierra —no era mapa—
en donde el cero cayó,
el gran desastre empezaba.

II

Muerto inicial y víctima primera:
lo que va a ser y expira en los umbrales
del ser. ¡Ahogado coro de inminencias!
Heráldicas palabras voladoras
—«¡pronto!», «¡en seguida!», «¡ya!»— nuncios de dichas
colman el aire, lo vuelven promesa.
Pero la anunciación jamás se cumple:
la que aguardaba el éxtasis, doncella,
se quedará en su orilla, para siempre
entre su cuerpo y Dios alma suspensa.
¡Qué de esparcidas ruinas de futuro
por todo alrededor, sin que se vean!
Primer beso de amantes incipientes.
¡Asombro! ¿Es obra humana tanto gozo?
¿Podrán los labios repetirlo? Vuelan
hacia el segundo beso; más que beso,
claridad quieren, buscan la certeza
alegre de su don de hacer milagros
donde las bocas férvidas se encuentran.
¿ Por qué si ya los hálitos se juntan
los labios a posarse nunca llegan?
Tan al borde del beso, no se besan.

Obediente al ardor de un mediodía
la moza muerde ya la fruta nueva.
La boca anhela el más celado jugo;
del anhelo no pasa. Se le niega
cuando el labio presiente su dulzura
la condensada dentro, primavera,
pulpas de mayo, azúcares de junio,
día a día sumados a la almendra.

Consumación feliz de tanta ruta,
último paso, amante, pie en el aire,
que trae amor adonde amor espera.
Tiembla Julieta de Romeos próximos,
ya abre el alma a Calixto, Melibea.
Pero el paso final no encuentra suelo.
¿Dónde, si se hunde el mundo en la tiniebla,
si ya es nada Verona, y si no hay huerto?
De imposibles se vuelve la pareja.

¿Y esa mano —¿de quién?—, la mano trunca
blanca, en el suelo, sin su brazo, huérfana,
que buscas en el rosal la única abierta,
y cuando ya la alcanza por el tallo
se desprende, dejándose a la rosa,
sin conocer los ojos de su dueña?

¡Cimeras alegrías tremolantes,
gozo inmediato, pasmo que se acerca:
la frase más difícil, la penúltima,
la que lleva, derecho, hasta el acierto,
perfección vislumbrada, nunca nuestra!
¡Imágenes que inclinan su hermosura
sobre espejos que nunca las reflejan!

¡Qué cadáver ingrávido: una mañana
que muere al filo de su aurora cierta!
Vísperas son capullos. Sí, de dichas;
sí, de tiempo, futuros en capullos.
¡Tan hermosas, las vísperas!
¡Y muertas!

III

¿Se puede hacer más daño, allí en la Tierra?
Polvo que se levanta de la ruina,
humo del sacrificio, vaho de escombros
dice que sí se puede. Que hay más pena.
Vasto ayer que se queda sin presente,
vida inmolada en aparentes piedras.

¡Tanto afinar la gracia de los fustes
contra la selva tenebrosa alzados
de donde el miedo viene al alma, pánico!
Junto a un altar de azul, de ola y espuma,
el pensar y la piedra se desposan;
el mármol, que era blanco, es ya blancura.
Alborean columnas por el mundo,
ofreciéndole un orden a la aurora.
No terror, calma pura da este bosque,
de noble savia pórtico.
Vientos y vientos de dos mil otoños
con hojas de esta selva inmarcesible
quisieran aumentar sus hojarascas.
Rectos embisten, curvas les engañan.
Sin botín huyen. ¿Dónde está su fronda?
No pájaros, sus copas, procesiones
de doncellas mantienen en lo alto,
que atraviesan el tiempo, sin moverse.

Este espacio que no era más que espacio
a nadie dedicado, aire en vacío,
la lenta cantería lo redime
piedras poniendo, de oro, sobre piedras,
de aquella indiferencia sin plegaria.
Fiera luz, la del sumo mediodía,
claridad, toda hueca, de tan clara
va aprendiendo, ceñida entre altos muros
mansedumbres, dulzuras; ya es misterio.
Cantan coral callado las ojivas.
Flechas de alba cruzan por los santos
incorpóreos, no hieren, les traen vida
de colores. La noche se la quita.
La bóveda, al cerrarse abre más cielo.
Y en la hermosura vasta de estos límites
siente el alma que nada la termina.

Tierra sin forma, pobre arcilla; ahora
el torno la conduce hasta su auge:
suave concavidad, nido de dioses.
Poseidón, Venus, Iris, sus siluetas
en su seno se posan. A esta crátera
ojos, siempre sedientos, a abrevarse
vienen de agua de mito, inagotable.
Guarda la copa en este fondo oscuro
callado resplandor, eco de Olimpo.
Frágil materia es, mas se acomodan
los dioses, los eternos, en su círculo.

Y así, con lentitud que no descansa,
por las obras del hombre se hace el tiempo
profusión fabulosa. Cuando rueda
el mundo, tesorero, va sumando
—en cada vuelta gana una hermosura—
a belleza de ayer, belleza inédita.
Sobre sus hombros gráciles las horas
dádivas imprevistas acarrean.
¿Vida? Invención, hallazgo, lo que es
hoy a las cuatro, y a las tres no era.
Gozo de ver que si se marchan unas
trasponiendo la ceja de la tarde,
por el nocturno alcor otras se acercan.
Tiempo, fila de gracias que no cesa.
¡Qué alegría, saber que en cada hora
algo que está viniendo nos espera!
Ninguna ociosa, cada cual su don;
ninguna avara, todo nos lo entregan.
Por las manos que abren somos ricos
y en el regazo, Tierra, de este mundo
dejando van sin pausa
novísimos presentes: diferencias.

¿Flor? Flores. ¡Qué sinfín de flores, flor!
Todo, en lo igual, distinto: primavera.
Cuando se ve la Tierra amanecerse
se siente más feliz. La luz que llega
a estrecharle las obras que este día
la acrece su plural. ¡Es más diversa!

IV

El cero cae sobre ellas.
Ya no las veo, a las muchas,
las bellísimas, deshechas,
en esa desgarradora
unidad que las confunde,
en la nada, en la escombrera.

Por el escombro busco yo a mis muertos;
más me duele su ser tan invisibles.
Nadie los ve: lo que se ve son formas
truncas; prodigios eran, singulares,
que retornan, vencidos, a su piedra.
Muertos añosos, muertos a lo lejos,
cadáveres perdidos,
en ignorado osario perfecciona
la Tierra, lentamente, su esqueleto.
Su muerte fue hace mucho. Esperanzada
en no morir, su muerte. Ánima dieron
a masas que yacían en canteras.
Muchas piedras llenaron de temblores.
Mineral que camina hacia la imagen,
misteriosa tibieza, ya corriendo
por las vetas del mármol,
cuando, curva tras curva, se le empuja
hacia su más, a ser pecho de ninfa.
Piedra que late así con un latido
de carne que no es suya, entra en el juego
—ruleta son las horas y los días—:
el jugarse a la nada, o a lo eterno
el caudal de sus formas confiado:
el alma de los hombres, sus autores.
Si es su bulto de carne fugitivo,
ella queda detrás, la salvadora
roca, hija de sus manos, fidelísima,
que acepta con marmóreo silencio
augusto compromiso: eternizarlos.
Menos morir, morir así: transbordo
de una carne terrena a bajel pétreo
que zarpa, sin más aire que le impulse
que un soplo, al expirar, último aliento.
Travesía que empieza, rumbo a siempre;
la brújula no sirve, hay otro norte
que no confía a mapas su secreto;
misteriosos pilotos invisibles,
desde tumbas los guían, mareantes
por aguja de fe, según luceros.
Balsa de dioses, ánfora.
Naves de salvación con un polícromo
velamen de vidrieras, y sus cuentos
mármol, que flota porque vista de Venus.
Naos prodigiosas, sin cesar hendiendo
inmóviles, con proas tajadoras
auroras y crepúsculos, espumas
del tumbo de los años; años, olas
por los siglos alzándose y rompiendo.
Peripecia suprema día y noche,
navegar tesonero
empujado por racha que no atregua:
negación del morir, ansia de vida,
dando sus velas, piedras, a los vientos.
Armadas extrañísimas de afanes,
galeras, no de vivos, no de muertos,
tripulaciones de querencias puras,
incansables remeros,
cada cual con su remo, lo que hizo,
soñando en recalar en la celeste
ensenada segura, la que está
detrás, salva, del tiempo.


V

¡Y todos, ahora, todos,
qué naufragio total, en este escombro!
No tibios, no despedazados miembros
me piden compasión, desde la ruina:
de carne antigua voz antigua, oigo.

Desgarrada blancura, torso abierto,
aquí, a mis pies, informe.
Fue ninfa geométrica, columna.
El corazón que acaban de matarle,
Leucipo, pitagórico,
calculador de sueños, arquitecto,
de su pecho lo fue pasando a mármoles.
Y así, edad tras edad, en estas cándidas
hijas de su diseño
su vivir se salvó. Todo invisible,
su pálpito y su fuego.
Y ellas abstractos bultos se fingían,
pura piedra, columnas sin misterio.

Más duelo, más allá: serafín trunco,
ángel a trozos, roto mensajero.
Quebrada en seis pedazos
sonrisa, que anunciaba, por el suelo.
Entre el polvo guedejas
de rubia piedra, pelo tan sedeño
que el sol se lo atusaba a cada aurora
con sus dedos primeros.
Alas yacen usadas a lo altísimo,
en barro acaba su plumaje célico.
(A estas plumas del ángel desalado
encomendó su vuelo
sobre los siglos el hermano Pablo,
dulce monje cantero.)
Sigo escombro adelante, solo, solo.
Hollando voy los restos
de tantas perfecciones abolidas.
Años, siglos, por siglos acudieron
aquí, a posarse en ellas; rezumaban
arcillas o granitos,
linajes de humedad, frescor edénico.
No piso la materia; en su pedriza
piso al mayor dolor, tiempo deshecho.
Tiempo divino que llegó a ser tiempo
poco a poco, mañana tras su aurora,
mediodía camino de su véspero,
estío que se junta con otoño,
primaveras sumadas al invierno.
Años que nada saben de sus números,
llegándose, marchándose sin prisa,
sol que sale, sol puesto,
artificio diario, lenta rueda
que va subiendo al hombre hasta su cielo.
Piso añicos de tiempo.
Camino sobre anhelos hechos trizas,
sobre los días lentos
que le costó al cincel llegar al ángel;
sobre ardorosas noches,
con el ardor ardidas del desvelo
que en la alta madrugada da, por fin,
con el contorno exacto de su empeño...
Hollando voy las horas jubilares:
triunfo, toque final, remate, término
cuando ya, por constancia o por milagro,
obra se acaba que empezó proyecto.
Lo que era suma en un instante es polvo.
¡Qué derroche de siglos, un momento!
No se derrumban piedras, no, ni imágenes;
lo que se viene abajo es esa hueste
de tercos defensores de sus sueños.
Tropa que dio batalla a las milicias
mudas, sin rostro, de la nada; ejército
que matando a un olvido cada día
conquistó lentamente los milenios.
Se abre por fin la tumba a que escaparon;
les llega aquí la muerte de que huyeron.
Ya encontré mi cadáver, el que lloro.
Cadáver de los muertos que vivían
salvados de sus cuerpos pasajeros.
Un gran silencio en el vacío oscuro,
un gran polvo de obras, triste incienso,
canto inaudito, funeral sin nadie.
Yo sólo le recuerdo, al impalpable,
al NO dicho a la muerte, sostenido
contra tiempo y marea: ése es el muerto.
Soy la sombra que busca en la escombrera.
Con sus siete dolores cada una
mil soledades vienen a mi encuentro.
Hay un crucificado que agoniza
en desolado Gólgota de escombros,
de su cruz separado, cara al cielo.
Como no tiene cruz parece un hombre.
Pero aúlla un perro, un infinito perro
—inmenso aullar nocturno ¿desde dónde?—,
voz clamante entre ruinas por su Dueño.

lunes, 17 de febrero de 2014

ANTOLOGÍA DE GREGUERÍAS DE GÓMEZ DE LA SERNA

Una greguería es el buscapiés del pensamiento
Buscapiés: Cohete sin varilla que, encendido, corre por la tierra entre los pies de la gente.
 
  1. Templar el agua del baño es como preparar un buen té.
  2. El que bebe en taza, hay un momento en que sufre eclipse de taza.
  3. El que pide un vaso de agua en las visitas es un conferenciante fracasado.
  4. Algo se juega uno al echar los dados de hielo en el vaso.
  5. Burbujas: momento en que el agua entrega su alma a Dios.
  6. El baño, al desaguarse, protesta de lo sucedido.
  7. En las aguas minerales burbujean peces invisibles, almas del silencio acuático, respiración de ranas, peces desaparecidos y últimos suspiros.
  8. Las lágrimas que se vierten en las despedidas de barco son más saladas que las otras.
  9. Las lágrimas desinfectan el dolor.
  10. La lluvia es triste porque nos recuerda cuando fuimos peces.
  11. Los lagos son los charcos que quedaron del Diluvio.
  12. El granizo arroja su arroz festejando la boda del estío.
  13. Las olas esculpen en las rocas calaveras de gigantes.
  14. El hielo se derrite porque llora de frío.
  15. El agua no tiene memoria: por eso es tan limpia.
  16. El agua se suelta el pelo en las cascadas.
  17. Donde es más feliz el agua es en los cangilones de la noria.
  18. No hay nadie que saboree el agua como el pájaro.
  19. El arroyo trae al valle las murmuraciones de las montañas.
  20. El río cree que el puente es un castillo.
  21. Los ríos no saben su nombre.
  22. El ideal de las piedras es lavarse los pies en los ríos.
  23. Los ríos siempre están escribiendo al mar la más larga carta.
  24. Ese que lleva el paraguas abierto cuando ya no llueve parece un paracaidista caído del nido.
  25. El paraguas puesto a secar abierto en el suelo parece una tortuga de luto.
  26. Abrir un paraguas es como disparar contra la lluvia.
  27. Los paraguas son viudos que están de luto por las sombrillas desaparecidas.
  28. En las tormentas hay truenos sin rayos porque su rayo se ha traspapelado, y por lo mismo hay rayos con olvido de su trueno correspondiente.
  29. El mar se pasa la vida duchando a la tierra para ver de hacerla entrar en razón.
  30. El mar sólo ve viajar. Él no ha viajado nunca.
  31. El mar arrastra de los pelos al río.
  32. En la ola está el espejo de los abismos.
  33. La ola muere en espuma de impotencia al no poder pasar tierra adentro.
  34. El mar es mucha espuma de brocha y mucho filo de ola para afeitar las algas de la playa.
  35. Todo el mar quiere salvarse en el tablón que flota.
  36. La melancolía de los ríos de América es que son tan grandes que no pueden tener puentes.
  37. El acto más bello de la playa es ver cómo se quita las medias de arena la mujer bonita.
  38. Los mejillones son las almejas de luto.
  39. Esponjas: calaveras de las olas.
  40. En las caracolas ha quedado rizada en miniatura una ola, un rizo del mar cuando era niño.
  41. Los cangrejos son manos de pianistas torpes tocando barcarolas.
  42. - ¿Los peces lloran?
  43. - Los peces no necesitan llorar, porque el mar es pura y salada lágrima.
  44. Las conchas de las playas son los restos de los arroces que se come Neptuno.
  45. Un pie levanta la colcha del mar: es el delfín.
  46. Cuando aparecen tres perlas en una ostra es que el mar ha regalado al hombre una botonadura.
  47. Las nubes de la tarde acuden al ocaso para empapar su sangre y caer como algodones usados en el cubo del otro hemisferio.
  48. Hay nubes que son como alas extraviadas.
  49. Las nubes caen como leones sobre la luna, pero no la pueden devorar.
  50. La tormenta comienza con un gran portazo conyugal, como si la diosa se hubiese marchado violentamente, dejando al dios encolerizado.
  51. Hay unas nubes largas y finas que son como costillas del cielo.
  52. Los días de lluvia, el Metro se convierte en submarino.
  53. La lluvia acaba por olvido; pero, a veces, vuelve a acordarse, y vuelve a llover.
  54. El pingüino, con la servilleta puesta, está esperando la hora de la sopa del Juicio Final en las playas antárticas.
  55. Toda gota nace para estalactita, pero cae sólo como mortal gota.
  56. La nieve se apaga en el agua.
  57. Los remeros de la regata componen el ciempiés acuático.
  58. La tragedia de la gota de agua cayendo en el cubo del lavabo toda la noche es una tragedia de asunto lacónico, pero espeluznante, que conocen las pobres criaturas humanas, en las que no todo ¡ni mucho menos!, es heroico…
 

Ramón



Ramón adoraba o circo. Tanto que pronunciou algún dos seus discursos subido a un trapecio ou montado ao lombo dun elefante. Tanto que en 1917 escribe El circo, prologado polos seus amigos os irmáns Fratellini, paiasos moi coñecidos na súa época. Tanto que na súa tarxeta de presentación pódese ler:Ramón Gómez de las Serna, cronista circense. Tanto que o mesmo Alberti lle adica estes versos cando morre:

elefante ramón payaso harina" "ramón timón tampón titiritero / incongruente inverosímil pero / ramón genial ramón sólo ramón".

O que reproducimos a continuación é un fragmento do discurso que pronunciou subido ao trapecio do Gran Circo Americano, onde fala dos irmáns Fratellini:

El circo, además, está más cerca del arte puro y nuevo que el teatro al uso, creencia antigua en mí que ahora he visto reflejada en París viendo cómo la firma de los grandes clowns, los Fratellini, figura como una cabriola necesaria en el conjunto de un álbum que inicia Picasso –y en el que no figura ningún actor-, así como también los mismos Fratellini dan lecciones de circo en Le Vieux Colombier, donde solo hay cátedras de arte puro.

(Discurso recollido en Automoribundia, 1948)





"El orador de trapecio -nuevo género de oratoria- tiene que ser breve por fuerza, porque carece de agua con que refrescar y fertilizar su oratoria. Yo, habrá un momento en que me quedaré un poco afónico, lengüicortado, y no tendré más remedio que callar. No he querido que me pusiesen el cacharrito de los loros, porque entonces hubiera resultado el verdadero loro de la oratoria. [...] Así, por primera vez, realizo yo con franqueza lo que muchos oradores hacen sin darse cuenta: columpiarse y estar en el trapecio de la coladura. Sólo sabiendo como yo ahora que se está de verdad de trapecio, no se está en la higuera."

(Ramón Gómez de la Serna, "Apéndice" a El circo, en la edición de Barcelona: Janés, 1943.)



DE MONÓCULOS,LUVAS E GALIÑAS.

Las greguerías las inventó Ramón un día de verano, en el balcón de la casa familiar de la calle de la Puebla. Pero eso no significa que no existiese la greguería antes: existía, y el propio Ramón recoge una extensa selección de greguerías "avant la lettre" en el prólogo de su selección de greguerías. De la greguería se ha dicho (él mismo) que es igual a metáfora más humorismo. Es eso y no lo es. La greguería es como la obra de arte: no basta con que lo sea desde un punto de vista objetivo, deber haber sido hecha con esa intención: el arte es la vida. Pues la greguería igual: Si no ha sido escrita en ese estado de descomposición, entregado el escritor a la influencia desorganizada del entorno, de los objetos y del paisaje que le envuelve o, peor aún, si no se deja llevar y se resiste a la quietud silenciosa de los objetos sin dejar que le susurren el recuerdo inventado de lo que nunca hicieron, si no se deja desaparecer y no ofrece su pluma a los mudos e inanimados, podremos estar seguros de que el resultado será cualquier cosa menos una greguería. qué es la greguería En el prólogo a uno de sus libros de greguerías, cuenta Ramón cómo nacieron, dónde y cuando. "La cosa sucedió en el piso primero derecha de la casa número 11 de la calle de la Puebla, en la villa y corte de Madrid. Era un día aplastado por una tormenta de verano. Tenía hinchada la frente. Me asomaba al balcón y volvía a meterme dentro y a sentarme. Vivía aún don Jacinto Octavio Picón -secretario perpetuo de la Academia-, y yo ya estaba harto de don Jacinto Octavio Picón. Sobre mi mesa, las tijeras, abiertas como cuando los pelícanos abren el pico los días de calor, estorbaban la idea. Las cerré. Por fin, en una última llamada del balcón, dándome un golpe contra la esquina del diván al salir a buscar lo que estaba entre el cielo y la tierra, encontré la invención de la greguería. Sí... Yo quería decir, yo había pensado... recordando el Arno en Florencia... frente a aquella pensión en que habité... que... que la orilla de allá... Sí, la orilla de allá quería estar a la orilla de acá... Eso, ese deseo inaudito pero real... Esa perturbación de la estabilidad de las orillas, ¿qué era?... Era... "una greguería". Así me salió del bombo central "esa" palabra que no sabía lo que significaba y fui al diccionario para ver lo que era..." Y un poco antes indicaba Ramón: "Era "greguería" aún en singular; pero yo planté esa bolita y tuve un jardín de greguerías. Me quedé con la palabra por lo eufónica y por los secretos que tiene en su sexo. Greguería, algarabía, gritería confusa. (En los anteriores diccionarios significaba el griterío de los cerditos cuando van detrás de su mamá.) Lo que gritan los seres confusamente desde su inconsciente, lo que gritan las cosas." Y también: ¡Qué difícil trabajar para que todo resulte un poco deshecho! Pero así es como damos el secreto de vivir. La prosa debe tener más agujeros que ninguna criba, y las ideas también. Nada de hacer construcciones de mazacote, ni de piedra, ni del terrible granito que se usaba antes en toda construcción literaria. ... La greguería es el atrevimiento a definir lo que no puede definirse, a capturar lo pasajero, a acertar o a no acertar lo que puede no estar en nadie o puede estar en todos". En su exaltación de lo pequeño, de la descomposición de la realidad, de la trivialidad, Ramón encuentra la greguería, que es como el ladrillo de todas sus construcciones deslavazadas. opiniones Las greguerías son como cuando alguien te coge del brazo cuando vas paseando con él, es siempre para decirte algo al oído, una confidencia a la que no hace falta prestarle demasiada atención, es suficiente con oírla y seguir paseando juntos... a la espera de otra. Camón Aznar, en su libro citado: "Una de las capacidades geniales de Ramón es la de subrogarse en el alma de las cosas: Se convierte él mismo en cosa, en chimenea, en puerta al cerrarse, en ciprés en pie, en farola, y desde esa esencia interpreta el mundo". Francisco Umbral: "La greguería informa y nutre su estilo, su poética, pero la greguería aislada puede dar en muchas ocasiones esa sensación de resorte automático que a hacerla fatigante. No se pueden leer muchas greguerías seguidas como no se pueden leer veinte sonetos de golpe. El automatismo del género, que en principio deslumbra, en seguida fatiga."

LA GENERACIÓN DEL 27

Antonio Machado. Vida y obra

Caminante No Hay Camino Joan Manuel Serrat Todo pasa y todo queda Pero lo nuestro es pasar Pasar haciendo caminos Caminos sobre la mar Nunca perseguí la gloria Ni dejar en la memoria De los hombres mi canción Yo amo los mundos sutiles Ingrávidos y gentiles Como pompas de jabón Me gusta verlos pintarse de sol y grana Volar bajo el cielo azul Temblar súbitamente y quebrarse Nunca perseguí la gloria Caminante son tus huellas el camino y nada más Caminante, no hay camino se hace camino al andar Al andar se hace camino Y al volver la vista atrás Se ve la senda que nunca Se ha de volver a pisar Caminante no hay camino sino estelas en la mar Hace algún tiempo en ese lugar Donde hoy los bosques se visten de espinos Se oyó la voz de un poeta gritar Caminante no hay camino, se hace camino al andar Golpe a golpe, verso a verso Murió el poeta lejos del hogar Le cubre el polvo de un país vecino Al alejarse, le vieron llorar "Caminante, no hay camino, se hace camino al andar" Golpe a golpe, verso a verso Cuando el jilguero no puede cantar Cuando el poeta es un peregrino Cuando de nada nos sirve rezar Caminante no hay camino, se hace camino al andar Golpe a golpe, verso a verso

jueves, 13 de febrero de 2014

Datos técnicos: 

-Título: El pianista
-Elenco: Wladyslaw Szpilman
-Director: Roman Polanski
-Duración: 150 min
-Género: Drama  
-Resumen: Wladyslaw Szpilman es un pianista polaco de origen judío que se ve sorprendido por el ataque nazi mientras interpreta en directo una pieza de Chopin en la radio polaca.
A partir de eso, Szpilman empieza un viaje solitario por toda Varsovia y es testigo de la ocupación nazi. Su prestigio como músico lo sala de la deportación y se ve obligado a vivir en el devastado ghetto de Varsovia, lucha por mantenerse vivo, soportando hambre, frío, soledad y la separación de su familia.
Con el tiempo y ayuda de conocidos, consigue escapar del guetto y esconderse en las ruinas de la capital. Va viendo como la ciudad va desapareciendo. Ya en los dias finales de la guerra, Szpilman llega a una casa abandonada y semidestruida donde encuentra un piano. Allí, un oficial nazi le descubre, pero al oir la música que toca, queda encantado, lo ayuda y le perdona la vida. Su talento musical y sueños le salvaron la vida.

Datos técnicos:

-Título: Senderos de gloria
-Elenco: General Frances Stadd, Dax Krik Dougljas.
-Director: Stanley Kubrick.
-Duración: 86min
-Género: Drama
-Resumen: En el año 1916 el alto mando francés quiere conseguir a toda costa romper el frente alemán, para lo cual deciden lanzar una ofensiva en un sector fuertemente defendido dominado por una importante colina. El general Boulard encarga esta tarea al ambicioso y falto de escrúpulos general Mireu. Éste, a su vez, ordena al Batallón del Coronel Dax que encabece el ataque. Este se realiza, pero resulta un desastre debido a la fuerte resistencia alemana, que obliga a los soldados a retroceder a sus trincheras. Ante el fracaso de la ofensiva, Mireau, furioso por la derrota, decide castigar ejemplarme a la unidad de Dax fusilando a tres soldados por cobardía, que serán elegidos al azar entre los participantes en el ataque.
 
                                                                                                               Ana Dos Santos Blanco

Ficha Tecnica De Las Peliculas

Datos Tecnicos : 

Titulo : El Pianista 
Elenco: Adrian Brody , Thomas Krestrchmanm , Frank Funlay , Mauren Lipman , Emilia Fox , Edstoppard , Julia Rayner , Jessica Kate Meyer.
Director : Roman Polanski
Duracion : Duracion aprox. 144" 
Genero : Drama

Resume / Opinion Personal

La película del pianista, nos cuenta como un hombre judío intenta sobrevivir a la segunda guerra mundial, la película esta situada en Varsovia en el año de 1939. El señor se llama Władysław Szpilman, que interpreta a un compositor y pianista polaco de origen judío que se ve sorprendido por el ataque de los nazis mientras esta en un estudio de grabación tocando una pieza de Chopin en la radio.

Datos tecnicos : 

Titulo : La lista de Schindler
Elenco : Oskar Schindler
Director : Steven Spielberg
Duracion : 187 minutos aprox.
Genero : Drama
 
Resume / Opinion personal

La pelicula narra la imperecedora y autentica historia del enigmatico Oskar Schindler, miembro del partido nazi , y especulador en tiempos de guerra que salvo las vidas de mas de 1.100 judios.

Datos tecnicos : 

Titulo : Senderos de gloria
Elenco : Kick douglas , Ralph Mecker , Adolph menjou , George Macrady , Wayne Morris
Director : Stanley Kubrick
Duracion : Duracion Aprox. 1hr . 24 minutos
Genero: Drama

Resume/Opinion Persoal

A salvo en su pintoresco castillo en la retaguardia el general frances Staff da una orden directa al coronel tomar Ant Hill a toda costa. Una mision condenada al fracaso. y suicida

David Jimenez Ximenez 4C

miércoles, 12 de febrero de 2014

Cadáver exquisito

Imane Wahmid

Datos técnicos:
Titulo: Senderos de gloria.
Elenco: General Frances Staff, Dax Krik Dougljas.
Director: Stanley Kubrick.
Duración:  1:24min.
Genero: Drama.
Resume:

En la Francia de 1916, durante la Primera Guerra Mundial, el general Boulard ordena la conquista de una inexpugnable posición alemana y encarga esta misión al ambicioso general Mireau. El encargado de dirigir el ataque será el coronel Dax. La toma de la colina resulta un infierno, y el regimiento emprende la retirada hacia las trincheras. El alto mando militar, irritado por la derrota, decide imponer al regimiento un terrible castigo que sirva de ejemplo a los demás soldados.

Datos técnicos:
Titulo: El Pianista.
Elenco: Wladyslaw Szpilman.
Director: Roman Polanski.
Duración: 1:44min.
Genero: Drama.
Resume: 
 
 Basada en la vida real de Wladyslaw Szpilman, la película El pianista relata la supervivencia y los sufrimientos de este afamado músico en la II Guerra Mundial. Varsovia, 1939. Wladyslaw Szpilman , es un célebre compositor y pianista polaco de origen judío que se ve sorprendido por el ataque de la artillería nazi mientras interpreta en directo una pieza de Chopin en la radio estatal polaca.

Datos técnicos:
Titulo: La lista de Schindler.
Elenco: Oskar Schlinder.
Director: Stevens Spielberg.
Duración:  1:85min.
Genero: Drama.
Resume:
 
Oskar Schindler, un hombre de enorme astucia y talento para las relaciones públicas, diseña un ambicioso plan para ganarse la simpatía de los nazis más poderosos. Alemania acaba de invadir Polonia y gracias a sus influencias consigue la propiedad de una fábrica de Cracovia. Allí emplea a ciento de operarios judíos cuya explotación laboral le ayuda a prosperar rápidamente. A partir de ese momento, comienza una transformación personal que le lleva a convertirse en una persona totalmente distinta. Donde ve el lado humano, se dá cuenta que esos alemanes está nmatando a gente inocente, entonces, mediante esas influencias, salva a miles de judios de la muerte segura en la segunda guerra mundial, metiendolos de obreros en su fábrica, salvandolos.

Alex Pérez Castro 4ºC